Las costumbres de la época, hoy provocarían rechazo,
justamente por su insalubridad.
El mismo recipiente empleado para lavarse los pies podía
ser usado en la cocina, o el agua del baño solía ser reutilizada por unas
cuantas personas hasta ser descartada.
Por entonces la infraestructura para la higiene personal
apenas estaba conformada por una variedad de recipientes.
Se seguían ciertas prácticas higiénicas como la limpieza personal
de forma periódica, aunque no diaria. Podían pasar días o semanas entre cada
baño. Esta se podía realizar en el río
o en la intimidad del hogar. En este
último caso, la misma agua podía ser utilizada por varias antes de ser
descartada o incluso conservada para el lavado de prendas.
Hacia la segunda mitad del siglo 19, mediante la actuación
de destacados médicos como Guillermo Rawson y Eduardo Wilde, no existía una
preocupación especial por la higiene, ni los cuidados del aseo personal como
tema de salubridad que fuera más allá de lo estrictamente estético.
Costumbres y accesorios:
Dentro de la higiene en el Rio de la Plata, eran
singulares las herramientas y objetos que
acompañaban las prácticas de limpieza. Se recurría a enseres especiales para
determinado tipo de cuidados personales.
Se utilizaban palanganas para lavarse el cuerpo, como
para afeitarse.
Para bañarse se usaban palanganas de mayor tamaño, se llenaban de agua y el
aseo se completaba con la ayuda de un balde. Existían dos maneras de bañarse,
de pie y recostado, según el tamaño de las tinas disponibles en cada casa. En
algunas se podía sumergir el cuerpo y en otras había que permanecer parado.
Un tipo de palanganas especiales eran los lebrillos,
recipientes pequeños de barro vidriado,
como de metal, eran más anchos por el borde que por el fondo, semejante a un
cono invertido. Eran empleados para el
lavado de pies.
(Vasija de barro vidriado, de plata u otro metal, más ancha por el borde que por el fondo, y que sirve para lavar ropa, para baños de pies y otros usos.)
Próximo al espacio de la comida solía haber un set compuesto por un aguamanil, un jarro con pico vertedero y asa, y una palangana, que
eran usados para lavar las manos antes de sentarse a la mesa.
Extraído del octavo capítulo de la colección Vida cotidiana en tiempos de la Independencia.1816-bicentenario-2016. Diario Clarín.
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